La obra de Demián Schopf es reconocida en Chile por sus alcances con el barroco en la cultura latinoamericana actual. En esta ocasión, nos introduce en el proyecto Zona Franca, un registro de video de los basurales de la ciudad de Alto Hospicio, en la región de Tarapacá.
El video arte en Chile ha difundido escasamente su trabajo con el paisaje nortino, salvo excepciones como las realizadas por Eugenio Dittborn y Juan Castillo en los ochenta, o aquellas acciones más recientes a cargo de los artistas antofagastinos Jorge Wittwer y Dagmara Wyskiel.
Entonces ¿Cómo hemos llegado a involucrarnos audiovisualmente con ese paisaje desértico entrampado entre farellones costeros y camanchacas?
Con el transcurso del tiempo, hemos comprendido que este desierto ha albergado varias experiencias humanas que han transformado la manera en cómo lo interpretamos. Experiencias que nos han mostrado desde el rudimentario trabajo del obrero en las guaneras y salitreras, hasta esas sofisticadas investigaciones astronómicas que nos acercan al espacio.
Es por esto que, el paisaje no solo se observa, sino que también se interpreta bajo la cosmovisión individual y colectiva acarreada por miles de acciones humanas. No obstante, esa visualidad del paisaje desértico la mayoría de la veces solo la hemos absorbido de forma categórica desde la imagen de difusión turística con la que este país ha trabajado en los últimos años.
A finales del 2010, Demián Schopf tomó atención sobre ciertos espacios del desierto de Tarapacá, lugar que visitó cuando desarrollaba su proyecto denominado “Los Coros Menores”. En esa ocasión, el artista visualizó que dicha región y, en particular algunas de sus zonas urbanas, estaban estrictamente inmersas bajo un gigantesco desarrollo pesquero, industrial-minero y de una particular zona franca, situación que lo llevó a problematizar acerca del desborde urbano. Un hecho que, al ser capturado por la operación artística de Schopf, verifica una característica estética que a través de los basurales clandestinos adoctrina el paisaje.
Por esos motivos, los pretextos de Schopf lo llevan a regresar a este mismo lugar. Un espacio entramado a esos paisajes baldíos y marginales que traen consigo los basurales clandestinos. Es ahí donde Schopf se percató de la realidad adversa del basural y, al mismo tiempo, de una acción maqueteada por el consumo, fiel reflejo de una sociedad recargada por los fetiches de la incuestinable posmodernidad. Un análisis que podemos anexar a los pensamientos de Lyotard, enfático en establecer que un espacio posmoderno esta sumido en un desarrollo industrial (tecnociencia capitalista); proponiendo un esquema que delata el aspecto caótico que ha adquirido, en este caso, el desierto tarapaqueño durante los últimos años.
De este modo, el recorrido de Schopf compromete un lugar que exterioriza y sintetiza la monumentalidad del consumo humano. Lugares que se oscurecen, tanto por las camanchacas matinales como por las vespertinas y que, sin embargo, cuando el sol recalcitrante aparece, el tiempo se detiene en la misma imagen que hemos concebido de ese desierto: un desierto homologado a quebradas y, que por las montañas de Iquique lleva por nombre Alto Hospicio. Alto Hospicio contiene todos los estigmas de la población devenida en ciudad. Y, aunque su desarrollo inmobiliario ha permitido la erradicación de la pobreza sigue siendo éste un problema demográfico de localización social.
Además este “Hospicio” esta en el límite entre la cordillera de la costa y la pampa calichera, provocando un micro ambiente que hace más agreste la estadía. Con todos estos antecedentes, Demián Schopf se instala en los bordes de ese lugar. Porque, es ahí donde los basurales clandestinos expanden el territorio de una ciudad. Espacios que acogen a habitantes inhumanizados por los problemas de habitabilidad, drogas y prostitución. Ambientes tan abrumados y aletargados por los prejuicios sociales que pasan a ser el marco ideal de lo que sus habitantes quieren construir como desperdicio.
Por otra parte, este gran borde infestado de desechos domiciliarios e industriales mantiene una desfigurada estructura urbana que mas se asemeja a una zona bombardeada por el consumo y la desdicha, transformándose en un escenario que muestra la alicaída realidad humana.
La síntesis de este intenso código es involucrarnos con un espacio baldío en una Zona Franca. Retomar, desde el formato audiovisual, el paisaje, pero un paisaje que contiene ciertos factores que nos llevan a encontrarnos con otros. Una realidad que el país no revela, sino que margina para seguir administrando un espacio basural.