Obra exhibida en la exposición “Súbita_Política” presentada en el mes de junio 2012 en la Fundación Migliorisi de Asunción, Paraguay.
La proliferación de los estudios sobre la imagen ha difundido la exploración de ciertas aplicaciones audiovisuales creadas por los artistas en la última década. Sobre todo cuando estas representan el discurso cultural y político de una nación.
En los años setenta Hélio Oiticica introdujo la idea del casi-cine para designar un campo de experiencias transgresoras dentro del universo de la imagen y el sonido producido técnicamente. Es así como, la propuesta de Oiticica presentó al video como un modelo que mezcla imágenes desinteresadas así como también abyectas.
Actualmente, cuando contemplamos un video, comprendemos que su esquema general es el resultado de una (o varias) ruptura en la genealogía de la cultura audiovisual. Como lo escribió Siegfried Zielinski “el video es el medio de transición que semiológicamente se alterna entre las imágenes icónicas de la fotografía y cinematografía; y por cierto, en simulaciones algorítmicas generadas en lo visible o incluso en las visualizaciones invisibles.”
Con todo este preámbulo, el caso de la obra de Nicolás Rupcich, “Imagen Exportable (Portada de Antofagasta y Torres del Paine, Chile)” genera varias reflexiones que problematizan la producción audiovisual. Este proyecto identifica a “Imagen Exportable” con códigos representativos de la geografía y el paisaje chileno. Códigos que presentan una geografía conocida pero con un paisaje recóndito e inaccesible para el estudio y comprensión de su espacio. Con esa misiva, la indagación territorial pone al artista frente a dos de los iconos geográficos más característicos de este país: La Portada de Antofagasta por el norte y Las Torres del Paine en el extremo sur.
Las zonas extremas presentadas como imágenes cinematográficas y, al mismo tiempo, alteradas por su espacio, componen una visión experimental de un sitio que había permanecido inalterado por el hombre. Sin embargo, esta trama visual es interceptada por la creación digital de nubosidad (por medio de la aplicación After Effects), situación que modifica la forma en como observamos esos iconos geográficos. Aquí, cine y fotografía convocan al análisis del sitio, pero también a esa condición del paisaje. Un paisaje trastocado y difuso pero al mismo tiempo imperecedero y quimérico que nos muestra sus indefinidas huellas, provocando cierta indolencia a la hora de estudiar su comprensión.
Ahora, a pesar que para nosotros estas características pueden estar inmensamente arraigadas en las tradiciones e interpretaciones de la propia cultura, éstas siguen conservando cierta indeterminación colectiva. Por ese motivo, la ecuación que presenta “Imagen Exportable ” yace en objeciones integradoras y temporales de cómo Rupcich observa, representa y visualiza el paisaje. Por otro lado, esa difuminada imagen de exuberantes paisajes, también busca un resultado opuesto a lo surgido cuando observamos las clásicas postales turísticas.
Es así como, el estudio del paisaje en video manifiesta una confrontación territorial: norte y sur; mar y cordillera. Sin embargo, esta alteración provocada por el desconcierto de esa imagen turística, crea el verdadero sentido que tiene el paisaje en la vida contemporánea. Si el paisaje es alterado por el turismo cultural, el discurso no solo nace del reconocimiento social de esa industria, sino además, de una extremidad agraz que anuncia las interrogantes sobre la imagen turística, política e ideológica de ciertos puntos geográficos de Chile.
“Imagen Exportable” va más allá del video, mostrando parámetros espacio-temporales con los que pretende circular la imagen de Chile en el exterior, y nos acerca a esa reflexión sobre la estetización de la imagen, que buscan afanosamente las aplicaciones digitales de producción.