De acuerdo al año recién pasado, donde podríamos acordar unánimemente un crecimiento exponencial en la cantidad de exposiciones que se realizaron, revisamos ciertas muestras colectivas a la luz de sus propuestas curatoriales y selección de artistas.
De las muestras colectivas que se hicieron durante el año recién pasado, podemos evidenciar un importante énfasis en el carácter retrospectivo, vale decir, se realizaron a partir de un pie forzado histórico que buscaba reactualizar obras de artistas con trayectoria, o bien las que buscaban aunar en un mismo lugar a artistas conocidos, no teniendo siempre una curatoría bien articulada, guiada, en muchos casos, por el gusto de agrupar o trabajar con una serie de artistas en un lugar determinado.
Del mismo modo también se pudo ver un creciente interés por parte de las instituciones –léase Museo de Arte Contemporáneo, Museo Nacional Bellas Artes, Centro Cultural Palacio La Moneda, entre otros– de las que podríamos llamar asesorías extranjeras, donde curadores eran invitados a realizar muestras en nuestro país (compuestas tanto de artistas chilenos, como extranjeros). Tenemos entonces, dentro de la categoría de colectividad, un sinnúmero de muestras que bien responden a los parámetros recién dados.
Ahora bien, correlativo a todo fin de año –y por qué no, a los medios–, es usual hacer un recuento, tratar de rescatar aquello que fue bueno –entiéndase, atractivo, innovador, etc.– y aquello que no lo fue tanto. Y, si bien la intención no es arrogarse el rol de salvavidas, si es hacer un breve recuento –basado en el gusto, aunque también más allá de este– para destacar ciertas muestras colectivas dentro del año 2012.
Una de las muestras descritas a continuación constituye una curatoría interesante y bien configurada que, más allá de presentar ciertos problemas –como siempre los hay–, mantienen su valor plástico gracias al corpus de obra elegido por los curadores y el sentido que a estas se les da, como siempre ha debido ser. Y otras, que más allá de los buenos artistas que convocaron, no lograron constituir propuestas potentes, quedándose más en la selección que en la propuesta curatorial.
Dentro de lo que cabe destacar, me parece que “Poetas en tiempo de escasez”, muestra colectiva curada por Alfons Hug y Paz Guevara, inaugurada el 1 de diciembre del 2012 en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), sede Quinta Normal, es una muestra que se articula de manera original, a partir de la obra de 9 artistas, tanto chilenos como extranjeros, que reflexionan sobre la frase que le da su nombre, escrita por el romántico alemán Friedrich Hölderlin. Aquí, “los tiempos de escasez” están representados por procesos industriales fallidos, obreros trabajando en empresas que parecieran no tener sentido, procesos mecanizados, todo en vistas de reflexionar sobre la importancia de la manufactura y la mano de obra en la economía actual.
Así obras de reconocidos directores, como lo es el alemán Harun Farocki que nos presenta un video sobre la construcción de ladrillo en diferentes fábricas del mundo (In Comparison), se entremezcla con otras poéticas productivas; como la de Chris Larson (Deep North), donde tres mujeres trabajan en una fábrica en la cual todo está congelado, intentando, inútilmente, hacer funcionar los engranajes; y la de Mark Formanek (Standard Time) que filma a un grupo de obreros alemanes que construyen y deconstruyen un reloj de madera, evidenciando una empresa sin sentido que avanza minuto a minuto. Mientras que, en el ámbito nacional, Joaquín Cociña y Cristóbal León nos muestran algunos videos realizados para la serie El Tercer Mundo, donde figuras de papel mache, nos remiten a una labor estrictamente manual –del oficio de la animación– que, por medio de la tecnología, ha sido automatizada, asimilando la extenuante e ininterrumpida labor de la máquina.
Lo destacable que presenta esta muestra, dentro de las muchas que se realizan a partir del video, es una curatoría que aúna una variedad de obras, donde artistas consolidados de diversas nacionalidades –como es el caso de Harun Farocki, reconocido documentalista– se proponen junto a otros más nuevos –como Pablo Lobato, artista brasilero–, no siendo la internacionalidad aquello que más se enfatiza y constituye, sino las obras, que más allá de su disímil contexto productivo, parecen apuntar todas, de diferentes maneras y por medio de diversos recursos aplicados al video, a la mecanicidad y la industrialización de las sociedades actuales y, muchas veces, al sinsentido de estas.
Y si bien todos aquellos que visitamos regularmente las muestras que se exhiben en Santiago, entre ellas las del MAC, específicamente en su sede de Quinta Normal, sabemos que por falta de presupuesto estas presentan ciertos problemas –por ejemplo, falta de bancas y asientos para observar los videos que, en algunos casos, duraban más de 40 minutos–, la curatoría demuestra que para realizar una muestra bien cohesionada, donde cada uno de los artistas y sus obras presentan un eje claro hacia la propuesta curatorial –en este caso “los tiempos de escasez”–, es suficiente para articular una muestra colectiva que logre innovar, tanto en la variedad de artistas escogidos, como en la calidad de las obras presentadas, pasando a ser las faltas presupuestarias un detalle.
Así, si pensamos en muestras colectivas que contaban con mayor presupuesto y la promesa de importantes artistas internacionales, como lo fue “Identidad Femenina en la Colección del IVAM”, inaugurada el 20 de marzo del mismo año en el MAC, sede Parque Forestal, podemos dar cuenta que “los grandes artistas” no son lo fundamental al momento de desarrollar una buena curatoría. Acá obras de reconocidas artistas, como Diane Arbus y Cindy Sherman –entre muchas otras– articulaban una muestra que, más allá del alero de “lo femenino” –sea lo que sea esto–, no tenían nada más en común. De esta manera, la muestra, a pesar de tener buenas obras, no lograba realizar un discurso coherente ni dirigido, sino más bien ponía a disposición una serie de obras cuyo único factor común era la manufactura femenina.
De forma similar, aunque con un presupuesto mayor, la muestra “Ionisation”, realizada en la Galería XS, inaugurada en marzo del 2012, es una demostración del deseo de un curador, en este caso Cristián Silva, por agrupar a diferentes artistas –en su mayoría jóvenes “emergentes”, aunque otros más “consolidados– bajo un mismo techo. Aquí, si bien había un corpus de obra importante (la muestra, literalmente, se encontraba abarrotaba en la pequeña galería) que se conformaba a partir de la propuesta de Silva, quien afirma: “lo que busco en Ionisation es confrontar esos dos o más acercamientos entre sonoridad y visualidad”, muchas de ellas efectivamente remitían a dicha relación –interesante por lo demás–, mientras que otras simplemente parecían no tener lugar en la muestra, o simplemente remitían a un “algo” más general, bajo la premisa de “arte y música”. Así, obras que referían de manera interesante a dicha relación, como los bosquejos de Rainer Krause, mientras que otras no “juntaban ni pegaban” con lo propuesto por Silva, evidenciando más un deseo por agrupar a varias “personalidades” del circuito local de las artes visuales santiaguinas, que hacerlo bajo una propuesta que cohesionara lo allí expuesto.
Habiendo dicho lo anterior, hay que recordar que una buena muestra se compone tanto de un buen corpus de obra, como de una buena curatoría, donde la segunda de estas debe siempre tener en mente que la realización de una exhibición no es solo juntar buenos artistas u obras bajo un mismo lugar, sino configurar un discurso visualmente dirigido y coherente, en relación a aquello que se expone.
De este modo, “Poetas en tiempos de escasez” cierra un año lleno de exhibiciones, demostrando que para realizar una lograda muestra colectiva, los grandes presupuestos no son siempre necesarios y que una curatoría bien constituida supera todos los desperfectos técnicos que, en este caso, el MAC pueda presentar.
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