
Residencia Elena Bellantoni / Elena Loson, 2012, "Versus Residencia", cortesía de Javier Rodríguez y Soledad Pinto.
A pocas semanas de su cuarta inauguración y en el marco de un año repleto de iniciativas, reflexionamos sobre “Versus, espacio de residencias y proyectos” y la manera en que se relaciona el habitar y el producir.
Dentro del sinnúmero de exposiciones y proyectos curatoriales que han surgido durante lo que va de este año, es posible dar cuenta que, si bien la gran mayoría de estos pareciera acoplarse sin mayor problema a un modelo despolitizado del intercambio simbólico entre galería y artista, hay otros que buscan, precisamente, reinstalar el nexo entre arte, política y, por qué no, vida.
Surgido en las inmediaciones del Colectivo Caja Negra y, como parte extensiva de este, “Versus, espacio de residencias y proyectos”, es una propuesta curatorial y habitacional que busca ampliar el contacto entre los artistas que pertenecen al colectivo y aquellos que no. La apertura de la casa taller supone una invitación a artistas de diversos lugares –siendo algunos locales, de regiones y extranjeros– a trabajar durante cuatro semanas, en modalidad de duplas, compartiendo un espacio de 3×3 m. A la quinta semana el taller se inaugura con una muestra y un conversatorio entre los artistas, los asistentes, además de algún invitado –como lo han sido Ronald Kay, Eugenio Dittborn y Sergio Rojas– compuesta por la obra de ambos que, de acuerdo a lo propuesto por “Versus”, debieran haber confluido, y por qué no, sufrido un proceso de intercambio productivo, debido a las especificaciones del espacio.
La iniciativa, gestionada por los artistas visuales Soledad Pinto y Javier Rodríguez, ambos pertenecientes al colectivo, puede ser definida como un intento por desarticular la hegemonía que circunscribe al campo de la producción artística, vale decir, a la modalidad –tan utilizada hoy– de exhibición y circulación de los artistas en espacios y galerías que no hacen sino, recordar el hermetismo de la producción. Abriendo la posibilidad a que dos artistas trabajen compartiendo el territorio con Caja Negra –colectivo que se inscribe a partir del vinculo entre política, arte y vida– en tanto que, durante sus treinta años de existencia, ha construido y mantenido un territorio productivo-habitacional fuertemente ligado a un rechazo por las formas individualistas del campo de las artes.
El carácter de residencia, así como el de abrir un espacio como lo es Caja Negra, donde muchos de los artistas residen, podría ser leído como un intento por rearticular la relación que existe entre vida y producción, donde estos ya no se encuentran separados, sino cohabitando en un mismo espacio. Permitiendo a los artistas una circulación, no únicamente multidisciplinar, sino que en cuanto a los estilos de vida y maneras en que ellos habitan.
De esta manera el carácter residencial del proyecto “Versus” busca posibilitar un espacio a artistas para que, de alguna manera, se integren a la vida del Colectivo, en el intercambio simbólico que supone el cohabitar un espacio. Así, el invitar artistas a residir –como bien lo indica su nombre– es también una invitación a convivir, a generar un espacio ajeno a lo cotidiano que permita funcionar a modo de paréntesis productivo en el día a día santiaguino, repensando el vinculo entre arte, política y vida productiva.
La invitación a habitar el taller corresponde a la sesión de un espacio determinado para la producción in situ –y posterior exhibición–, que busca potenciar la producción a partir de la idea del traslado espacial. No obstante, encontrándose el taller dado dentro de la misma ciudad donde algunos de los artistas habitan, demuestra la dificultad de estos por desarticular su cotidianeidad –abandonar sus propios talleres o hacerse el tiempo para residir– fracturando muchas veces la iniciativa.
Ante esto, y en relación con las residencias ya finalizadas, se puede dar cuenta de que una de las mayores problemáticas que se le presenta a “Versus” es, precisamente, el cómo se puede habitar un lugar (ciudad) donde ya se vive. De esta forma, el perfil de artista residente en la ciudad de Santiago –en este caso: Francisco Schwember, José Agurto, Daniel Reyes, Felipe Cura, Romina Rebolledo y Elena Loson– presenta una cuestión que termina por tensionar el carácter habitable del espacio otorgado: la dificultad de crear ese paréntesis necesario para residir. Mientras que aquellos artistas no residentes de Santiago, como lo son: Carlos Silva (Valparaíso) y Elena Bellantoni (Roma), parecieran lograr ajustarse a la lógica del tiempo de producción de la residencia a modo de paréntesis.
De esta forma, “Versus” es una iniciativa interesante y rescatable dentro del marco de las surgidas durante el año, en la medida en que se articula a partir de un pie forzado no menor, que es el reconstituir un espacio perdido del quehacer artístico romántico: el nexo entre espacio de producción y vivencial. Lo que logra ampliar la gestión del Colectivo Caja Negra, en tanto que se invita a artistas no vinculados a conocer y participar de la dinámica de la casa-taller. Aunque no lo hace de manera extensiva, ya que en que no logra incorporarlos a las lógicas habitacionales, quedando estos al margen del paréntesis que debiera constituir la residencia.
A partir de esto cabe preguntarse si es posible concebir un espacio paralelo que motive a los artistas a dejar sus talleres por un tiempo determinado para producir en un tiempo paralelo. Y de qué manera sería posible rearticular el vinculo entre arte, vida y política productiva, en la medida en que estos parecieran haberse distanciado. Una respuesta posible sería que las residencias, debido a las características del tiempo hoy, deben ser pensadas a la distancia, permitiendo ese paréntesis –que de no ser un pie forzado– no logra reconstruir el tiempo productivo.