Arte y Crítica

Críticas de Arte - octubre 2012

Ojos de cuero sintético. Felipe Santander y el amor por el rockstar en la muestra “TEASER: Avance de una ópera rock”

por Catalina Urtubia

El gesto de Santander al crear-representar a este personaje, reconstruye el eterno sueño adolescente de ser el próximo mesías del rock, cuya historia pesa tanto como su música, mientras ambas cosas se funden en su imagen

Hace unos días, el poeta chileno Claudio Bertoni denunció un plagio digital: en Twitter, un personaje incógnito se había dedicado a recitar versos propios en el popular formato de los 140 caracteres, usando su nombre. Repentinamente, los seguidores del falso-Bertoni, al saber de la usurpación de identidad, comenzaron a reconocer en las palabras del poeta digital cierto dejo de mal gusto y, de un momento a otro, dejaron de “retwittear” sus versos al azar.

Quizás Bertoni no sea un rockstar, pero el sorpresivo odio de los followers al poeta incógnito, al cual idolatraban hace unos días, supone mucho más que conflictos de copyright. La imagen del ídolo a veces pesa más que el ídolo mismo. Porque cuando nos gusta algo, lo googleamos y leemos un artículo en wikipedia sobre su infancia difícil y memorizamos la mayor cantidad de “datos freak” que podamos, mientras revisamos sus fotos y le copiamos el corte de pelo o la marca de zapatos.

Algo similar sucede en “TEASER: Avance de una ópera rock”, exposición de Felipe Santander en la librería Metales Pesados durante el mes de septiembre recién pasado, bajo el marco de la curaduría “Matadero: 10 artistas jóvenes de la escena chilena”. Desde el primer encuentro, el protagonista de la obra desafía con sus ojos de cuero sintético armados por la máquina de coser, al mismo tiempo que representa al típico rockstar, alrededor del cual no sólo gira su música (la que en este caso ni siquiera existe), sino más aún su identidad y vida personal. El gesto de Santander al crear-representar a este personaje, reconstruye el eterno sueño adolescente de ser el próximo mesías del rock, cuya historia pesa tanto como su música, mientras ambas cosas se funden en su imagen.

Alan Parker. "The Wall".1982.

Alan Parker. “The Wall”.1982

Al personaje lo acompaña una cita a la canción Don’t leave me now de Pink Floyd. Inevitable recordar la escena de la película The Wall acompañada de esta canción, justo después de que Pink (Bob Geldof) sea abandonado por su pareja, mientras sufre visiones de la muerte y se le escurre la sangre por los dedos. “Ho babe, don’t leave me now. Don’t say it’s the end of the road. Remember the flowers I sent, I need you”. La letra de la canción nos recuerda la típica contradicción del rockstar, la fragilidad emocional en contraposición a la imagen ruda y desafiante. El rockstar no como el símbolo del hombre frío al que no le va ni le viene la compañía femenina, sino como el sujeto sensible cuya imagen fuerte es una coraza que esconde su soledad y necesidad de amor. Curioso y un poco gracioso.

Pero centrémonos un momento en el título de la exposición. La palabra teaser en español podría entenderse como un derivado del tráiler, o más específicamente, como ese coming soon más bien acotado y lleno de misterio por lo reducido que es. Lo que Santander pretender es extender esta exposición para lograr una biografía completa de este personaje de ópera rock, a través de varias obras que narren su historia personal, por lo que esta exposición es un teaser de aquello. Pero, por otro lado, teaser también quiere decir rompecabezas, e ignorando si el artista buscaba o no el juego de palabras, resulta inevitable la relación con la técnica con la que fue realizada la obra.

Felipe Santander. "Teaser: avance de una ópera rock". Librería Metales Pesados. 2012. Registro Francisca Montes.

Felipe Santander. “Teaser: avance de una ópera rock”. Librería Metales Pesados. 2012. Registro Francisca Montes

Santander utiliza trocitos de cuero sintético de color y los articula con una máquina de coser como un rompecabezas. Pero más que el material, resulta interesante la herramienta. Recuerdo que cuando era niña, mi abuelo le regaló a mi abuela una máquina de coser y yo quería aprender a usarla porque “era cosa de mujeres”. Al fin y al cabo, ni mi abuela sabía usarla bien y quedó por ahí en algún rincón llenándose de polvo. Pero lo importante es el razonamiento de una niñita jugando con barbies: las máquinas de coser son para las mujeres, los autos son para los hombres.

¿Por qué hacer notar que un artista-hombre usa como herramienta una máquina de coser? ¿Llamaría la atención esa herramienta si fuera una artista-mujer? Romper con los estereotipos sociales no en el discurso, sino en la práctica. Hacer visible el problema de la condición de género no desde lo metafórico, sino desde la naturaleza misma de las cosas.

Algo similar ocurría en 1989, cuando Francisco Casas y Pedro Lemebel, en esos años conocidos como “Las Yeguas del Apocalipsis”, realizaron su performance en la Comisión de Derechos Humanos bailando el pie de cueca encima de las botellas de coca-cola quebradas sobre el mapa de Sudamérica. La desaparición del rol de género en la cueca, esta vez bailada por dos homosexuales y haciendo una referencia a la cueca sola (una mujer sin acompañante), suponía una protesta contenida no en la temática de la obra, que sin duda remitía a más conflictos del contexto político que al activismo gay en sí mismo, sino que más aún en la praxis misma de los artistas como método de puesta en crisis de los cánones sociales remitidos a la hetero-normatividad.

Felipe Santander. Teaser: avance de una ópera rock. Librería Metales Pesados. 2012. Registro Francisca Montes.

Felipe Santander. “Teaser: avance de una ópera rock”. Librería Metales Pesados. 2012. Registro Francisca Montes

De la misma forma, la obra de Santander se presenta a sí misma como una crítica a las concepciones normalizadas por los estándares de lo masculino y lo femenino, sin necesidad de siquiera mencionarlo. La crisis es discurso, pero también es materia y procedimiento. Mientras el personaje, protagonista del teaser, continúa en su actitud desafiante, pero que a estas alturas nos genera más simpatía que cualquier otra cosa.

Y a propósito de la imagen del rockstar, cuando es de imágenes justamente que estamos hablando, aparece también la libertad de referentes, la vida como una sola cosa, sin jerarquías. El “todo es fotografiable” que nos ofrece la foto digital, por ejemplo, porque ya no tiene sentido medirse en la cantidad de disparos si aún queda memoria para mil imágenes. Y del mismo modo, todo es representable, todo puede estar dentro de la obra. Qué es o no significante, qué es o no atractivo hoy. Lo actual comenzó a desaparecer cuando las personas descubrieron el botoncito de “actualizar” en sus navegadores de internet.

El arte, no como estructura rígida y esquemática, sino como lugar de encuentro del flujo apresurado de la vida intermediada por la rapidez de lo digital, lo inmediato de las redes sociales y lo efímero de todas las cosas. Una pausa frente a la obra, un respiro al eterno movimiento del mundo. Y el anuncio de una obra que apenas comienza, mirándote con ojitos de cuero sintético.

 

 

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